EPIDEMIAS EN LA PUEBLA
27/03/2020: 15º día de
confinamiento. Aunque el otro día dejé un apunte de las principales epidemias
que afectaron a La Puebla, quiero hoy abundar en ellas con más detalles. Como ya dijimos las principales que se van a
dar a lo largo del siglo XVIII y del XIX son debidas a la viruela, fiebre
amarilla y cólera, con menor fuerza que la peste bubónica del XVII, de la que
veremos los últimos coletazos a principios del XVIII, pero que también se van a
dejar sentir con crudeza. La primera con que nos hallamos es la de 1709, debida,
como decíamos, a los últimos estertores de la peste bubónica, a la que debemos
unir los efectos producidos por la guerra de Sucesión, que se convirtió, a
partir de 1705, en conflagración civil, como nos apunta Comellas[1].
Dicha epidemia produjo en el pueblo 91 víctimas, que dado el censo de población
de Puebla, esa cifra equivale prácticamente al tanto por mil[2]. La
segunda gran epidemia con que nos tropezamos es la peor de todas, debida a la
fiebre amarilla de 1800, y que asoló al pueblo con 289 defunciones[3], de
las que constan en las actas parroquiales que 193 lo hicieron “del contagio”.
La fiebre había entrado por el puerto de Cádiz y había alcanzado a Sevilla
capital, causando en ella 14.685 víctimas de un total de 80.568 habitantes que
en ese momento tenía[4]. En
ese mismo sentido nos da noticias Sánchez Velázquez:
“Todo
revela en las memorias de la epidemia de 1800 la súbita introducciónde la fiebre amarilla por el
puerto de Cádiz y la rápida comunicación a esta ciudad, antes de que el gobierno pudiera tener
noticia de semejante plaga; viniendo
este ponzoñoso hálito del mortífero delta del Missisipi a sorprenderal vecindario de ambas poblaciones
en el curso ordinario de sus pacíficos días,
transmitidos de la América
del Norte a nuestro litoral por varios buques mercantes
de aquella carrera, brulotes de un incendio que abrasó las mejores ciudades de Andalucía”[5].
Igualmente
encontramos noticias sobre las repercusiones de dicha epidemia en los trabajos
de González de Sámano, el cual nos ofrece una visión cercana de los
acontecimientos, y de Álvarez Santaló[6]. La
epidemia llegó a Puebla el 13 de septiembre, como consta en las Actas
Capitulares de aquel mismo año[7], y
con seguridad que inmediatamente fue cercada por un “cordón sanitario” como
ocurrió en otros pueblos de la provincia, y de lo que nos da noticia Anes:
“Ante
iguales circunstancias, en el año 1800, las tropas controlaban las villas de Conil,
Vejer de la Frontera
y Bornos, Villamartín, Montellano,
Archena, Carmona, Tocina, Cantillana, Alcalá del Río, Sanlúcar la Mayor y toda la margen
derecha del Guadalquivir hasta la corta
y Torre de San Jacinto, frente a Sanlúcar de Barrameda”[8].
A
continuación vemos nuestro pueblo afectado por las tres oleadas de cólera morbo
asiático que se dejaron sentir en toda España: la primera durante los años
1833-1835, que produce gran mortandad en el pueblo: 78, 40 y 23 defunciones
para los tres años citados, que debemos tomar aún como tasas por mil. Además,
esta epidemia encuentra el terreno abonado por una crisis de subsistencia que
se venía dejando sentir en la localidad desde 1830. Dicha epidemia (la de
1833-1835) apareció por vez primera en Europa en Portugal el 1° de enero de
1833, y de allí pasó a Galicia.
“Otro tronco de contagio se originó
en la provincia de Huelva, concretamente en la región
fronteriza a los Algarves portugueses. El 9
de agosto del mismo año (1833), apareció en la capital; el 21 de agosto
ya había alcanzado Sevilla; en septiembre, Alcalá de Guadaira, Coria del Río y
Dos Hermanas”[9].
La
segunda oleada se produjo en la década 1847-1857, y en ella sus cotas más altas
de defunciones se encuentran en los años 1848, 1854 y 1856, con tasas de
mortalidad por mil habitantes de 75,3; 111,3 y 49,3, respectivamente[10].
Dichas epidemias se ven agravadas por una serie de crisis de subsistencias que
se dan paralelamente y que llegan a su punto culminante en 1857, como muy bien
estudia N. Sánchez Albornoz[11].
La
tercera no es tan mortífera como las anteriores (sólo produce 61 muertes) y
arroja una tasa de un 30,3 por mil. Finalmente, tenemos una última epidemia, de
fiebre amarilla de nuevo, en 1870, pero no produjo los catastróficos efectos de
la de 1800: sólo mueren 62 personas, lo que suponía una tasa del 30,8 por mil.
[1] COMELLAS, JOSÉ LUIS: Historia de España Moderna y Contemporánea. Rialp. Madrid, 1967,
pág. 296
[2] Para
todo el siglo XVIII y primera mitad del XIX dichos valores equivalen
prácticamente al tanto por mil.
[3] Recordemos que esa sería su tasa de moralidad
[4] NADAL, JORDI: La población española (siglos XVI a XX).
Ariel quincenal. Barcelona, 1971, pág. 101.
[5] VELÁZQUEZ Y SÁNCHEZ, J.: Anales de Sevilla, de 1800
a 1850. Sevilla (Hijos de Fe), 1872, pág. 7.
[6] GONZÁLEZ DE SAMANO, M.: Memoria histórica del
cólera-morbo asiático. Madrid, 1858, t. 1, pág. 114; ALVAREZ SANTALÓ, LEÓN
CARLOS: La población de Sevilla en el
primer tercio del siglo XIX. Tesis doctoral. Sevilla, 1969.
[7] Actas
capitulares de 1800. Archivo Municipal.
[8] ANÉS,
GONZALO: Las crisis agrarias de la España Moderna. Taurus,
Madrid, 1970, pág. 418.
[9] ROMERO DE SOLIS, P.: La población española en los siglos XVIII y XIX. Siglo XXI de
España Editores, S. A. Madrid, 1973, págs. 239-240.
[10] En estas fechas las tasas
han podido ser halladas, pues contamos con padrones y censos.
[11] SÁNCHEZ ALBORNOZ, N.: España hace un siglo: una economía dual.
Colección Ibérica número 24. Barcelona, 1968, págs. 57-118.
Comentarios
Publicar un comentario