LAS MARISMAS DEL GUADALQUIVIR


NOTA PRELIMINAR
 Me preguntan cómo eran las marismas, para qué servían, cómo han evolucionado y cómo se han transformado. No es fácil contestar  un tema tan amplio en unas pocas líneas, así que lo intentaré haciendo  un esfuerzo de síntesis.  Después de la exposición del trabajo lo culmino con unas conclusiones al respecto. Espero haber conseguido cumplir con vuestra demanda.

  NACIMIENTO, EVOLUCIÓN Y   TRANSFORMACIÓN DE LAS MARISMAS DEL GUADALQUIVIR
     
Las Marismas del Guadalquivir se encuentran situadas en la desembocadura del río que le da nombre, y su origen tuvo lugar al formarse un gran estuario a orillas del Atlántico e ir rellenándose con los aportes y acarreos del río, hasta el punto de llegar a configurar un gran "lago" (Ligur, para los romanos), del que se pasó a un fangal inmenso y peligroso, y, posteriormente, a un suelo salino que en muchos casos carece de vegetación, y en otros está cubierto por una vegetación halófila inútil para la alimentación animal.

Se encuentran, pues, situadas en el sudoeste de la Península Ibérica, y más concretamente en la desembocadura del Guadalquivir, al sur de Sevilla, teniendo forma rectangular, con su base apoyada en una duna costera y a escasos kilómetros del mar. Dicho rectángulo se halla inscrito dentro de una amplia superficie triangular que tiene por vértices a las ciudades de Cádiz, Sevilla y Huelva.  Las 137.102 hectáreas que forman esta comarca (o sea la totalidad de las Marismas del Guadalquivir) se extienden a lo largo de los últimos 75 kilómetros del río, en las dos márgenes del Guadalquivir, de  la manera siguiente: Aznalcázar, con 34.447 hectáreas de marisma; Coria del Río, con 491; Dos Hermanas, 1.910; Las Cabezas de San Juan, 6.400; Lebrija, 18.936; Los Palacios, 2.302; La Puebla del Río, 29.494 (ubicadas en las Islas Mayor, Menor y Mínima); Isla Mayor,10.961; Utrera, 7.495, en la provincia de Sevilla; Almonte, 6.000 hectáreas, e Hinojos, con 11.500, en la provincia de Huelva; y Sanlúcar de Barrameda, con 1.000 hectáreas y Trebujena, con 5.000, en la provincia de Cádiz. Es obvio el predominio de Aznalcázar y La Puebla, con un total de  53.941, casi el 40% del total de las tierras marismeñas.

 Esos terrenos fueron, en un principio, una zona de nadie, mas a medida que se colmataba el lago y afloraban nuevas tierras comenzaron a introducir en ella sus ganados los labradores colindantes, transformándose en bien de dominio público que usufructuarían los Ayuntamientos ribereños. Así se llega al siglo XIII, en el que, una vez expulsados los musulmanes (conquista de Sevilla, 1248), la marisma se divide en tres partes muy bien delimitadas: una, formada por las Islas Mayor y Menor, que utilizaría la ciudad de Sevilla como tierras de Propios –perteneciendo su término a La Puebla- y con aprovechamiento de pastos para el ganado; otra que sigue en poder del duque de Medina Sidonia, que hará de ella un enclave estratégico, dominando la costa atlántica desde Huelva a Tarifa(provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz), donde instalará, a su vez, sus prósperas almadrabas; y, finalmente, la que queda en poder de los pueblos con utilizaciones múltiples (ganado, caza, pesca y aprovechamiento de sus hierbas –mazacote y barrilla- para la fabricación de jabón y vidrio).
Pero muy pronto –a partir del siglo XVII- se comienzan  a dar los primeros intentos de romper y sembrar en las marismas, lo que pone de manifiesto que cada vez son más apetecidas por los vecinos perimarismeños  que ven en ellas una buena fuente de ingresos.   Comienza, pues,  a sentirse ya una preocupación por dichas tierras, y, sobre todo, se advierte del peligro que supone para el ganado las grandes avenidas que inundan estas bajas y enormes planicies en época de lluvias. Esto hace que se piense en su defensa y en su aprovechamiento, produciéndose los iniciales intentos de romper y sembrar en ellas. En este sentido, va a ser la margen izquierda -y muy especialmente la Isla Menor- la que despierta un mayor interés entre las familias influyentes y los pueblos limítrofes, que comienzan a hacer en ellas las primeras obras de las que se tienen noticias; obras que, por otra parte, van a traer serios enfrentamientos entre agricultores y ganaderos. Los conflictos en las tierras marismeñas tendrán un denominador común: la oposición de los ganaderos a cualquier cambio del espacio (ventas, arrendamientos, extracción del almajo, puesta en cultivo...), alcanzando incluso a otros ganaderos -concretamente a los marchantes de ganado lanar-, al considerar que esa especie era perjudicial para el ganado mayor (vacuno y caballar). El predominio ganadero se deja sentir aún a mediados del XVIII, cuando el Catastro de Ensenada muestra que las marismas siguen siendo de dominio público en su mayor parte, con la excepción de algunos títulos de la nobleza y componentes de familias influyentes.

Hasta aquí, pues, la práctica inamovilidad de las marismas es lo más apreciable, debido a la dificultad inherente a la propia naturaleza de los suelos marismeños y al elevado costo de los trabajos a realizar. Sin embargo, ello no fue obstáculo para que se proyectaran una serie de planes con los que se intentó superar mediante el cultivo el predominio secular ganadero de estas tierras. De este modo, a principios del siglo XVI fue construido un camino- dique en las marismas de Sanlúcar de Barrameda, con una exclusa que permitía la ocupación de las aguas de lluvia, cuya finalidad era mejorar los pastos. Entre 1766 y 1777 se realizaron también obras de mejora sufragadas por el "Pósito" de la villa, con un gasto que se elevó a 10.000 pesos. Más o menos por las mismas fechas Olavide proponía en su Informe sobre la Ley Agraria reducir los inmensos baldíos a pasto y labor y formar grandes pueblos en los intervalos existentes[1]. Otro proyecto significativo fue el de Pedro Alonso, quien en 1778 expresaba su voluntad de "cultivar y hacer útil la más noble parte de Andalucía que se comprende desde la Ensenada o Bahía de Huelva hasta la embocadura del Guadalquivir (...): formar una nueva población en el sitio del Rocío que es el más proporcionado, se proveer (sic) de colonos, que por su utilización hagan fértil la tierra". Un paso más se dio en 1804 cuando se creó la provincia de Sanlúcar de Barrameda, ahora con la intención de convertir las extensiones baldías en explotaciones particulares que serían distribuidas entre braceros campesinos que carecían de propiedad[2]. El panorama, sin embargo, va a cambiar por completo con la llegada del siglo XIX, comenzándose a notar las apetencias de especuladores que intentan, por los más diversos medios, apropiarse de estos terrenos. Por otro lado, los poderes públicos también son conscientes de las posibilidades de aprovechamiento de estos almarjales, y los distintos Ayuntamientos de la zona piensan en ellos como remedio para su malparada economía y los consideran buenos para "sacar dinero" mediante su venta o arrendamiento[3].
Así, bajo la excusa de la total transformación de esta zona pantanosa e improductiva, aparecería la especulación. Una serie de personajes de la alta burguesía y la nobleza, se hacen con sustanciosos lotes de tierras a todo lo largo y ancho de las Marismas del Guadalquivir entre 1813 y 1829. Sin embargo, no acometen ninguna de las obras propuestas, limitándose a sacarles el mayor provecho posible con la entrada de ganado y la renta de sus pastos.
En la segunda década del siglo XIX es el momento de  los grandes proyectos.  Se constituye la "Compañía de Navegación del Guadalquivir y del Canal de San Fernando" (1816) para llevar a cabo la corta llamada de San Fernando (o Fernandina) en el Norte de las marismas, dejando de ser navegable el río por Casas Reales.  Esta Compañía se encargó también de transformar la isla Amalia (Isla Menor), abriendo en su periferia unos desagües para el derrame de las aguas. Las intenciones que perseguía el proyecto quedan expuestas en la solicitud de concesión al rey Fernando VII: "Siendo de una demostración evidente que los terrenos de las islas del Guadalquivir y sus marismas, abandonadas a las inundaciones y destinadas a pasto natural, no solamente deben ser de cortísimo provecho a la agricultura, sino que es del mayor interés reducir una parte de este inmenso terreno infructífero a dominio particular... se hará un distinguido servicio al Estado en poner en cultivo la mayor porción posible de estos baldíos, y tierras anegadas de realengo"[4].  Con dicho plan se puso en marcha, al menos en teoría, un amplio proyecto de transformaciones en la margen izquierda del Guadalquivir, que aunque se centraba fundamentalmente en mejorar la navegación del río y el comercio, no abandonaba la idea de poblar las marismas, fomentar la agricultura y plantaciones, como hemos apuntado. Los estímulos no faltaron, pues varias Reales Ordenes facultaron a la Compañía para trabajar en todas las marismas y baldíos que sanease, obligándose a establecer colonias de irlandeses católicos para poblar aquellos terrenos. Al final, la Compañía no realizó obra alguna de cultivo, repitiéndose el fenómeno al limitarse a expulsar a los ganaderos y arrendar los terrenos para recaudar fondos. Por los años 1825 y 1828, el banquero español Aguado, afincado en París, consiguió graciosamente del rey Fernando VII la concesión de estas marismas obligándose a efectuar las obras necesarias para su desagüe y puesta en cultivo. Fue recompensado por esta oferta de servicio con el título de "Marqués de las Marismas", título que ha transmitido a su descendencia sin haber empezado siquiera el proyecto.
Sólo unos años más tarde, en 1829, de nuevo Fernando VII cedió, de la misma forma, el dominio útil de toda la Isla Mayor al Marqués de Casa Riera "para sí y sus sucesores, con la inclusión de los lucios, lagunas y pantanos", mediante un canon anual que pagaría como reconocimiento del dominio directo, con la obligación de acometer su desagüe. Hasta 1916 no hizo nada de provecho, realizándose en esa fecha la primera obra hidráulica en toda la marisma: el llamado "canal de Casa Riera", que aún hoy perdura.
A pesar de todos esos intentos localizados en el siglo XIX, las Marismas del Guadalquivir permanecieron como un terreno pantanoso dedicado a la cría extensiva de ganado bovino y al uso de sosas para la fabricación de jabón y vidrio. Así llegamos a 1866, en que Toribio Iscar y  José Oyanguren redactan un proyecto de desagüe del Lago de Almonte (marismas de Hinojos y Almonte) que afecta a 16.832 hectáreas de las que calculan que 12.624 serán cultivadas y podrán mantener a más de 1.000 labradores. La justificación de este proyecto es doble: la salubridad y el aumento de la producción agraria del país. El proyecto pasa por una gran cantidad de avatares y de concesionarios (compañías españolas y extranjeras), y se prolonga hasta 1919, afectando, en el momento concreto de 1876, a la Marisma Gallega de Aznalcázar.
Las marismas de la margen izquierda serían también objeto de atención, por las mismas fechas, de la empresa privada, que, en el término municipal de Lebrija[5], harán el intento de transformación más curioso y paradigmático; de ahí que nos detengamos especialmente en él. La historia comienza cuando en 27 de diciembre de 1856 es leído en pleno del Ayuntamiento de la villa un escrito firmado por Santiago Bergonier, Ildefonso Selaya y Ángel Calderón solicitando los terrenos de marisma con el fin de desecarlas, ya que son "fáciles de reducir a cultivo"[6], como apunta el Sr. Guerola en su "Memoria":
"Casi toda la faja de terreno riberiega del Guadalquivir en su margen izquierda es pantanoso, formando marismas, inútiles para el cultivo y utilizables solo para el pasto del ganado vacuno. La mayor estensión de estas marismas es la que pertenece al termino municipal de la villa de Lebrija. Asombra verdaderamente como no se pensó nunca, hasta estos últimos tiempos, en sanear aquellos terrenos, que, estando contiguo a un gran río y en un clima sumamente benigno, tienen las condiciones necesarias para ser productivos y para convertir aquellos pantanos en colonias y huertas florecientes. Las preocupaciones vulgares daban por razón el creer el pantano salitroso y creer que estando el terreno más bajo que el nivel de las aguas del río Guadalquivir, era imposible el desagüe, pero esto no se fundaba en ningún esperimento hecho que permitiese dar como seguras esas afirmaciones. También contribuía a sostener ese error el interés del pasto del ganado vacuno, muy numeroso en aquella comarca, por más que salta a la vista que el pasto es producto muy pequeño cuando se trata de vastos terrenos, fáciles de reducir a cultivo"[7].

Se acuerda sólo la autorización para que se hicieran los estudios necesarios, a la espera de licencia por la superioridad. Unos años más tarde de concebido el proyecto queda constituida la Empresa de manera oficial (1869). En 1870 se le concede a la "Empresa de desecación y saneamiento de las Marismas de Lebrija" la autorización para la desecación de 19.000 hectáreas[8].La Empresa adquiría el derecho de propiedad sobre los terrenos que quedasen completamente desecados y tendría preferencia de utilización para riego y otros las citadas marismas, su saneamiento y posterior puesta en cultivo de usos de las aguas de las marismas que a ellas afluyesen, respetando los aprovechamientos ya establecidos. Como obligaciones, las obras tendrían que comenzar en el plazo de un año, estar concluidas en tres y los terrenos aptos para el cultivo en diez desde el momento de la concesión, debiéndose respetar las condiciones de navegación del río y los terrenos declarados como dehesa boyal de Lebrija.
En 1877 la Empresa presentó el primer proyecto de desecación y saneamiento en el que incluían 16 kms. de canales de circunvalación y 20 de desagüe contra las inundaciones, 170 acequias de riego y un reticulado de regular geometría con 86 kms. de caminos de servicio. Se manifiesta la intención de construir, sobre los terrenos saneados para toda clase de cultivos, viviendas diseminadas-la casería del colono-, llegándose a la formación de un poblado que tomaría el nombre de "Villa Zobel". Las previsiones apuntaban a que los terrenos desecados serían a propósito de toda clase de cultivos, y "el cultivo intensivo sustituiría al extensivo, la parcela proporcionada al cortijo aislado y deshabitado; el jornal incierto al trabajo asegurado; a la vida precaria del jornalero, el bienestar del propietario". Con todo ello "aumentaría la población, la producción y la moralidad, se desarrollaría la agricultura de la provincia y cambiaría por completo la manera del ser actual del agricultor andaluz".
Al parecer, las obras se inauguraron el 4 de noviembre de 1871, pero los trabajos fueron paralizados al no responder debidamente la Empresa, lo que motiva una importante aclaración del Gobierno: "Como se ve, dice el Sr. Guerola, esta concesión más su aclaratoria era importantísima y pudiera calificarse de atentatoria al derecho de propiedad si no estuviese apoyada por el famoso art. 105 de la ley de aguas”[9].
A pesar de esas ventajas, la Empresa no tenía medios ni elementos para hacer la desecación, lo que unido a la gran oposición que encontró en el Ayuntamiento y en los propietarios, no pudo hacer nada. Es el momento en que aparece en escena un nuevo personaje que revitalizará los trabajos de la citada empresa y quedará como el único dueño de ella. Se trata de D. Jacobo Zobel de Zangroniz, "joven español oriundo de Oceanía, que lleva en sus venas sangre alemana revuelta con la criolla"[10].
Con todo, el nuevo protagonista no va a encontrar camino fácil a sus intereses, ya que también  chocará con los intereses del Ayuntamiento y con el de los grandes propietarios, comenzando toda una serie de reclamaciones gubernativas, interdictos y pleitos, lo que expresa el Gobernador en los siguientes términos: "Entonces la antigua hostilidad de Lebrija contra la empresa primitiva, se ensañó de nuevo y con más fuerza contra el Sr. Zobel. Reclamaciones gubernativas, interdictos, pleytos, competencias, todas las esferas de la vida oficial se emplea- ron por los principales propietarios de los terrenos comprendidos en el terreno demarcado para emborronar la marcha rigurosa que el Sr. Zobel imprimió a los trabajos de saneamiento"[11]. 
Finalmente, el Sr. Zobel encontrará en el Gobernador Civil de la provincia de Sevilla un gran aliado en el seno de la Administración, que le apoyará incondicionalmente, como se desprende de las siguientes líneas de las "Memorias": "A mi me estaba recomendado por amigos importantes de Madrid, pero aun así esa recomendación yo la hubiera protegido, como la protegí eficazmente, en su empresa, pues no es frecuente pero sí laudable el ver capitalistas que empleen su tiempo, sus caudales y su inteligencia en empresas tan útiles para el país"[12].
Guerola, en un expediente que remite al Gobierno de la provincia de Sevilla, hace una exposición detallada de cómo la empresa fue venciendo las distintas oposiciones: la de los propietarios, comprando parte de sus terrenos, negociando con ellos y acallando sus quejas; la del Ayuntamiento fue vencida con la ayuda del mismo Guerola, llegándose a una perfecta inteligencia; sólo quedaba la cuestión de los terrenos de propios que el Sr. Zobel necesitaba. Para ello interviene de nuevo el Gobernador, con la intención de que cambiara el terreno a desecar por otro de mejor calidad para la dehesa boyal de unas 5.000 fanegas. Al parecer se llegó a acuerdo, como expresa el mismo Gobernador:
"La desecación de las marismas de Lebrija se inició con grande oposición por parte de personas principales del pueblo de Lebrija. Había en ello mucho de preocupación y no poco de intereses particulares en el ramo de pastos que se crían lastimados. Esto producía a la Empresa cierto bacío a su alrededor y cierto aislamiento desdeñoso en vez de la cooperación que debiera esperar por parte del país en cuyo beneficio trabajaba. De aquí surgieron declaraciones gubernativas y judiciales que molestaban y entorpecían los trabajos de la Empresa, pe-ro el espíritu levantado del Sr. Zobel no se arredró por estas oposiciones, y después de haberlas vencido casi todas ante el Gobierno y ante los Tribunales con la fuerza de su saber y de su derecho, ha dado el último paso para ahogar todo pretesto de oposición ulterior. Tal ha sido una serie de convenios con el Ayuntamiento, adquisición de terrenos de particulares y transacciones de todas clases, en las cuales se ha mostrado lo convincente de su razón y tan esplendido en pagar cuanto se le pedía, que el aspecto del pueblo ha cambiado por completo, los propietarios están satisfechos y los braceros tienen trabajo de actualidad y esperanzas de grato porvenir".
Con todas las oposiciones acalladas, la Empresa encuentra el camino libre para comenzar las obras, presentando el primer proyecto de desecación y saneamiento en 1877, como ya ha quedado expuesto. Así lo informa el Sr.Guerola en 8 de mayo de 1878, después de una visita efectuada en octubre del año anterior, en que manifiesta "que la empresa al amparo de las Reales Ordenes indicadas, está gastando grandes capitales y desarrollando las obras, según he tenido ocasión de observar por mí mismo en una visita rápida que he hecho a las Marismas de Lebrija"(...). Informa, además, que "la empresa ha llenado cumplidamente sus compromisos en toda la parte cuya declaración solicita"; por todo lo cual propone a Cánovas la concesión de una cruz al mérito del trabajo para el Sr. Zobel, no recibiendo contestación a la hora de abandonar Sevilla como Gobernador. Al final nos encontramos, pues, ante otro gran proyecto fracasado.
A través de la investigación de M. Drain se desprende que las obras se llevaron a cabo y se desecaron hasta 8.000 hectáreas de marismas, aunque no fue una experiencia completa, ya que las tierras fueron desecadas, pero no protegidas de las inundaciones ni desaladas[13].
En consecuencia, el proyecto virtual no se realizó -y si se hizo algo, las obras desaparecieron con el tiempo-. Abundando en ello, R. Grande Covián mantiene la tesis, con la que estamos de acuerdo, de que los terrenos pasaron a la "Compañía de Marismas del Guadalquivir" en 1921[14]. La recapitulación final de los datos manejados nos lleva a la conclusión de que, como en otras ocasiones, existe la intención de magnificar el proyecto, en una atmósfera de triunfalismo justificado por la idea de que iba a formar parte de la colección destinada a la Exposición de París[15].De todas formas, el análisis de las fuentes y la coincidencia que existe en ellas respecto al comienzo de las obras y la realización de alguna parte del proyecto -sobre todo la reiterada insistencia que de ello hace el Gobernador Provincial Antonio Guerola-:
"Por efecto de esto el saneamiento de las marismas empieza a ser un hecho y está casi concluido en la parte Sur. Grandes canales cruzan aquellos terrenos recojiendo el esceso de humedad que los perjudicaba; se construyen casas y artefactos; y en aquellas soledades donde hace dos años no se veía mas que algún ganado paciendo, ni se oía mas que el tiro de algun cazador, hoy se ve la animación de una colonia agrícola naciente y todo ese movimiento y alegría que produce el trabajo agrícola cuando se desarrolla en gran escala para constituir nuevas poblaciones y nuevos elementos de riqueza. Poco se había visto de esto en España hasta ahora, escepción hecha de la colonia de San Pedro en las Playas Malagueñas, debida a la celosa iniciativa y recursos del malogrado Marqués del Duero".

nos lleva a una serie interrogantes: ¿se debe a intereses especulativos?, ¿a connivencias con el capital?, o ¿a la creencia en el proyecto? No hay duda que se podría responder afirmativamente a las tres, ya que la Empresa buscaría lo primer; la prensa, en manos de capitalistas, haría propaganda en su propio beneficio; mientras que el Sr.Guerola parecía convencido del proyecto, de sus excelencias y del bien que podía acarrear a su depauperada región.
De todas formas, esa realización de las obras nos resulta sospechosa, pues Michel Drain cree al pie de la letra la parcialidad con que se trata el proyecto y las adulaciones que se hacen de los titulares de la Empresa por parte del Sr. Guerola y por D. Juan Ramón Vidal.
Si no se consiguió nada positivo en el aspecto técnico, no puede negarse que este intento de transformar parte de las Marismas del Guadalquivir no tuviera otras contrapartidas. Es evidente que supuso la presencia de capital foráneo en estas alejadas tierras y el inicio de un capitalismo especulador. Además, surgía un ideal de acondiciona-miento agrario defendido posteriormente por el Instituto Nacional de Colonización: la pequeña explotación familiar cuyo jefe es al mismo tiempo dueño de la tierra en que vive.
Ya en pleno siglo XX, el Plan de Riegos de 1902 se propuso como prioridad transformar las tierras de la margen izquierda del Guadalquivir desde Peñaflor, en la cabecera del río, hasta su desembocadura[16]. No obstante, la transformación sólo afectó a los llamados "Riegos del Valle Inferior del Guadalquivir", aguas arriba de Sevilla, que entrarían en explotación en los años veinte.
Esa fue la razón, igualmente, de que ante la evidencia de la ineficacia de estos proyectos, se presentase en 1870 la ya citada "Proposición de Ley del Sr. Suárez Inclán sobre desecación, saneamiento y venta de marismas de propios del Estado y de los pueblos, así como de los terrenos ganados al mar", y su posterior debate en la Cámara[17]. A pesar de todo, en 1889, el Sr.Zobel aún aparece como concesionario de las marismas de Lebrija.
En 1918, y a raíz de la promulgación de la ley "relativa a desecación de lagunas, marismas y pantanos”[18], el Estado intentó atraerse a las entidades privadas interesadas en  operaciones de saneamiento, desagüe, dotación de infraestructuras, etc., que respondieron de manera negativa al no ver claras las expectativas de rentabilidad. Por fin, y al amparo de esta ley, la "Compañía de Marismas del Guadalquivir, S.A." acometió desde 1921 trabajos de desecación y saneamiento. Era su presidente el Marqués de Hoyos, alcalde de Madrid y futuro ministro del Interior, y su director Juan Gabala y Laborde, eminente geólogo y gran terrateniente de Lebrija. Esta sociedad obtuvo en 1926 una concesión de 50.000 hectáreas con derecho de expropiación, pero en mayo de 1926 no había podido hacerse más que con 12.805 en la orilla izquierda -de las que 1.542 habían debido ser expropiadas a la fuerza (M.Drain, 1977)-, comenzando las obras el 12 de julio de 1928. El plan, elaborado en 1918, consistía en la recuperación de cuatro sectores mediante un sistema de diques. El primero, el del Norte, de una superficie de 7.058 hectáreas, fue concluido en 1930; el segundo, de 7.642 hectáreas, se terminó en 1931; el tercero, compuesto por 14.300, en 1934; mientras que el cuarto, relativo a la provincia de Cádiz, jamás llegó a acometerse. Al final sólo llegaron a roturarse entre 1930-1939 alrededor de 5.900 hectáreas, mejorándose los pastos con plantas gramíneas y la introducción del cultivo arrocero[19]. Esta Compañía transfirió la sección 1ª a la Compañía Ybarra y posteriormente a la sociedad Transformaciones Inversiones del Guadalquivir; la sección II 53.494.000 pts.  _ (7.000 pts/ha.) a la Compañía de Transformación y Explotación de las Marismas, S.A. (COTEMSA); mientras  la sección III, la más difícil de acondicionar, fue traspasada al I.N.C. en 1942.
Los planes oficiales siguen insistiendo ante la misma problemática: la recuperación para el cultivo de los terrenos de marismas. Así, al crearse en 1927 la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, se plantea de nuevo la ejecución del Plan de Riegos de 1902, tratando de llevar el agua a los terrenos improductivos de marismas[20], y en 1935 se presentó el Plan de Riegos denominado "Ampliación de Riegos del Valle Inferior del Guadalquivir". En 1940, el Plan de Obras Hidráulicas recoge todos los planes anteriores, que, aunque no supone avances con respecto al de 1935, será decisivo al abordar, por primera vez, la transformación de las marismas desde una perspectiva científica e iniciar un período de estudios para tratar de conocer la naturaleza de los suelos salinos y las condiciones ambientales del espacio objeto de transformación, que serán declarados de Interés Nacional en 1955[21].
Diez años más tarde se llegó a la conclusión de que era necesario comenzar por el desalado de los terrenos, para lo cual había que impedir la entrada de aguas exteriores, organizar un drenaje que evacuara el agua salada hacia el exterior y someter los suelos a un lavado intenso con agua de buena calidad. La introducción de aguas turbias para el colmatado impidiendo que el arrastre de limos se perdiera hacia el mar, el enyesado y azufrado de los suelos y otras actuaciones complementarias, contribuirían a poner en marcha el proceso de maduración acelerada para poder iniciar el cultivo[22]. De este modo,una parte de las marismas de la margen izquierda  quedaron declaradas definitivamente de "interés nacional"[23], lo que suponía la institucionalización de una nueva "zona regable" -la Zona Regable del Bajo Guadalquivir-, siendo redactado, algo más tarde, el Plan General de Colonización de la Zona.
Es obvio que el aserto del Sr. Guerola de tierras "fáciles de reducir a cultivo", quedaba muy lejos de la realidad.

En la margen derecha otra compañía, la de "Islas del Guadalquivir,S.A.", fue fundada el 25 de octubre de 1926 con capital aportado fundamentalmente por un súbdito británico y por un banco suizo. El director de este último asumió la presidencia, comenzando la compra desenfrenada de tierras en las marismas de dicha margen. Así, el 7 de febrero de 1927 se hizo con toda la Isla Mayor (24.844 hectáreas) en el término de La Puebla del Río, a costa del Marqués de Casa Riera, por el irrisorio precio de 9.300.000 pts; en Aznalcázar adquirió 23.000 hectáreas pertenecientes a Basilio del Camino Hnos. por 5.473.000 pts; y, además, 2.540 en la Isla Mínima y 10.800 en la marisma de Hinojos. En total 61.184 hectáreas, con una inversión total de 23.669.774 pesetas al 31 de diciembre de 1927. El proyecto consistía en la desecación y puesta en cultivo de gran parte de la marisma de la margen derecha, pero, como en ocasiones anteriores, comienza la oposición de los propietarios -entre los de Aznalcázar destaca la figura de Basilio del Camino- que objetan que dichos terrenos no pueden considerarse como marismas, ni como pantanosos o encharcadizos, y que no deben ser afectados por la ley de 24 de julio de 1918. Ello lo justifican porque la Marisma Gallega no se ve afectada por las mareas y sólo se inunda -salvo los lucios y caños- por las crecidas extraordinarias del Guadalquivir y sus afluentes, especialmente el Guadiamar. Siguen exponiendo que esos terrenos de las marismas están clasificados por el Servicio del Avance Catastral como de cereales, dehesas para el ganado y pastizales, y que la salubridad de estas tierras es notoria. Por último hacen mención de cómo las obras de la Administración, con la ejecución de la corta Fernandina en el río Guadalquivir y la canalización del río, al cerrar las desembocaduras-aliviaderos de los brazos de la Torre y Casas Reales, habían aumentado las inundaciones del Guadiamar, al tiempo que el desagüe comenzó a hacerse con la prolongación del brazo de la Torre -verdadero cauce del Guadiamar- y por los caños Guadiamar y Travieso. Con ser las protestas desde Aznalcázar las más fuertes, no fueron las únicas, ya que de inmediato se producen las del norte de las Islas Mayor y Menor y Vega de la Puebla del Río, a cargo de propietarios, Ayuntamiento de dicha villa y Marqués de Casa Riera, que lo hacen en parecidos términos a los expresados. Con todo, esas "potentes razones" con las que se oponen a la expropiación, no son tales cuando llega la hora de vender y la Compañía ofrece una opción de compra, rápidamente aceptada por el Marqués, Basilio del Camino y demás hacendados. No es el momento, ni el lugar oportuno, de analizar las obras que realizó la Compañía ni el por qué de su fracaso, pero sí constatar que establecieron las bases de la futura puesta en cultivo de gran parte de las Islas del Guadalquivir, creando una serie de poblados y comenzando las primeras experimentaciones serias en unas 150 hectáreas en el lugar conocido como "Rincón de los Lirios", a la misma entrada de las marismas. La lucha entre grupos capitalistas provoca en dos ocasiones la constitución de una nueva compañía: la Compañía Hispalense de Valoración de las Marismas (CHISPALENSE) en 1930, y, más tarde, la Sociedad Isla Mayor del Guadalquivir, S.A. (ISMAGSA), en 1934. Así se llega a 1937, en que para solventar un problema de abastecimiento al ejército de Franco, al quedar los tradicionales arrozales en zona republicana[24], se inicia la explotación del mencionado cereal en la Isla Mayor, y ya no en plan experimental, como se había hecho hasta el momento.
            Sobre terrenos arrancados a ISMAGSA y apoyados en la "Sociedad Rafael Beca, S.L. Industrias Agrícolas", Rafael Beca Mateos -avispado industrial sevillano aceitunero- inició con éxito el cultivo. A partir de ese momento las Islas comienzan a transformarse, y poco a poco van cayendo en manos de particulares hasta llegar a la actualidad, en el que una gran cantidad de propietarios medianos, aunque existen los grandes, se reparten los pingües beneficios del arrozal sevillano. El predominio que ejerció D. Rafael Beca sobre los arrozales se rompió en 1942, cuando la Isla Mayor se repartió entre la "Compañía Beca" y un gran industrial argentino -Bemberg-; la Isla Mínima entre Beca y una sociedad perteneciente a un gran propietario -D. José Escobar Barrilaro-; y la Isla Menor pasó a manos de Inversiones Ebys. Así culminó el proceso de transformación de las Marismas del Guadalquivir. Actualmente aún presentan un notable contraste: unas zonas aparecen completamente transformadas y a pleno rendimiento -la dedicada al arroz y la Zona Regable del Bajo Guadalquivir (ZRBG)-; otra a medio transformar -Plan Almonte-Marismas, en las cercanías de la célebre aldea del Rocío-; y una tercera completamente virgen (parte de la cual se halla inserta en el Parque Nacional de Doñana), en la que aún se puede observar el paisaje mítico de esta desconcertante región.

CONCLUSIONES
En esta apretada panorámica he intentado expresar, en primer lugar, que las Marismas del Guadalquivir, de aparecer como unas tierras de nadie pasan a dominio público, para acabar en manos de particulares. En segundo lugar, se ha mostrado el porqué denotan cada vez más interés por dichas tierras los vecinos perimarismeños, la nobleza, las familias influyentes sevillanas y las grandes compañías, para a continuación establecer cómo penetran en la zona con ansias especuladoras. Ello trae como consecuencia una lucha por su posesión y la intervención de la Corona, que, a través de donaciones graciosas, va a desatar una serie de pleitos que animarán la jurisprudencia andaluza y nacional, ya que los recursos, contenciosos, apelaciones al Tribunal Superior de Justicia, etc., durarán, en algunos casos, hasta ochenta años. Por otro lado, ha quedado evidente el poco interés que por la zona han mostrado los poderes públicos, ya que lo mismo los grandes proyectos de transformación del siglo XIX, como los intentos de las grandes compañías del primer tercio del siglo actual, se debieron a la iniciativa privada. Sólo más tarde -a partir de los años cuarenta del siglo pasado para la margen izquierda (ZRBG), y a partir de los sesenta en la derecha (Plan Almonte-Marismas)- la Administración se decidió a hacer algo. Igualmente se puede verificar que las Marismas del Guadalquivir han sido el único espacio español marismeño, y quizás europeo, transformado al estilo americano, y cómo de ser un paraje desértico se vio convertido, en parte, en una de las agriculturas más prósperas y adelantadas de España. También llama la atención, y lo debemos destacar, que apareciesen como un espacio excepcional dominado por el hombre, como el área de mayor extensión, no sólo en España sino en Europa, que había sido recuperado para el cultivo. Sólo es comparable con lo hecho en los Países Bajos a finales del XVIII, o en la Camarga francesa y en la llanura del Po. En España el caso que más se le acercase es el de la albufera valenciana. Sin embargo, todos ellos quedan a gran distancia, ya que nuestro espacio es mucho más amplio. También debemos hacer constar que esta enorme llanura es exponente de unas tierras que han sido transformadas dentro de una estructura latifundista, cambiando sólo este sentido cuando se pone en cultivo de arroz y se llega a la implantación de una propiedad relativamente mediana[25]. Y, sobre todo, debemos insistir, para finalizar, en que dichas tierras son ignoradas hasta bien entrado el siglo XIX. A partir de esa fecha van a suponer un espacio apetecido por la nueva burguesía, que en forma de grandes compañías especuladoras, introducen en ellas el capitalismo inicial, mientras que, por el contrario, la Administración, insistimos, hace caso omiso de ellas y no muestra ninguna atracción por aquellas inmensas planicies, ignorándolas por completo. Dichas compañías las convertirán en campos de experimentación de técnicas agrícolas traídas del extranjero, técnicas que irán fracasando repetidamente hasta el momento que descubren el verdadero mal que las aquejaba -la salinidad del suelo- y comienza su verdadera transformación.

                                               B I B L I O G R A F I A
BAHR,W.: "Las marismas del Guadalquivir y el delta del Ebro. Dos sectores arroceros españoles".Estudios Geográficos, XXXIV, 1973, pág. 385.7
BELLIDO AHUMADA (1971): La patria de Nebrija (Noticia histórica). Madrid, 366 págs.
CONFEDERACIÓN HIDROGRÁFICA DEL GUADALQUIVIR: "Sistemas de riego del Bajo Guadalquivir". Sevilla, 1975, s.p.
CONTÍNEZ, F. (1958): "Su eminencia el cardenal Molina".Archivo Hispalense. Diputación Provincial de Sevilla.
DRAIN,M. (1977):Les campagnes de la province de Seville. Espace agrícole et societé rurales. Univ. de París V (th. doct. d'Etat). Lille (atel reprod. th.) Dos tomos:I: 1-453; II: 454-748.
GRANDE COVIÁN, R. (1956): Los suelos salinos, su rescate y aplicación a las Marismas del Guadalquivir. Public. del Ministerio de Agricultura. Madrid.
IBÍDEM (1978): El estuario del Guadalquivir y su problemática agrosocial. Mº. de Agricultura. Madrid.
GUEROLA,A. (1876-1878): "Capitulo 61: Desecación de las marismas de Lebrija", en Memorias de mi administración en la provincia de Sevilla, como Gobernador de ellas por segunda vez desde el 1 de marzo de 1876 hasta el 5 de agosto de 1878. Tomo 2º. Original manuscrito (fotocopiado). Inédito."La Ilustración Española y Americana". Nº II. pág. 35.
VIDAL, J.R. (1878): "Marismas de Lebrija". Gaceta Agrícola del Ministerio de Fomento, VII. Madrid.


[1] "Informe de Olavide sobre la Ley Agraria". Boletín de la Academia de la Historia. t. CXXXIX. Cuaderno II. octubre-diciembre 1956, p.436.
[2] Grande Covián, R. (1978): El estuario del Guadalquivir y su problemática agro-social. Ministerio de Agricultura. Madrid, pág. 21.
[3] Prueba de ello son dos documentos encontrados en el Archivo Municipal de Lebrija, uno titulado "Expediente para el arrendamiento de los pastos de las Marismas de este término", Legajo 361, 1855; y el otro "Escritura de arrendamiento de los pastos de la Marisma", Legajo 357,1862.
[4] Sancho, Nicolás M. (1858): Memoria histórica de la Compañía de Navegación del Guadalquivir y Canal Fernandino. Sevilla, págs. 10, 47 y 49.
[5] Tampoco es el primero, ya que Felipe Contínez en"Su Eminencia el Cardenal Molina" (1958), Archivo Hispalense, hace referencia a un proyecto del Marqués de Ureña, a principios del siglo XIX, para la desecación y saneamiento de las marismas y de un canal desde el Guadalquivir. Posteriormente al proyecto que vamos a analizar, en 1905, Agustín Vidal Gil de Ledesma, hizo gestiones con el político Segismundo Moret para la construcción de un canal navegable desde el río a la estación de ferrocarril .Citado por Bellido Ahumada (1971): La patria de Nebrija (noticia histórica), p.57. Madrid. 366 Págs.
[6] Las noticias sobre dicho proyecto han sido extraídas fundamental-mente de un trabajo de D. Antonio Guerola titulado "Memoria de mi administración en la provincia de Sevilla, como Gobernador por segunda vez desde 1 de marzo de 1876 hasta 5 de agosto de 1878". En el tomo 2º se encuentra el capítulo 61 bajo el epígrafe "Desecación de las marismas de Lebrija". Debemos a la amabilidad de D. Federico Suárez el habernos facilitado una fotocopia del original.
[7] Ante tales aseveraciones tenemos que hacer algunas aclaraciones: En primer lugar, que el clima en esta zona de la Baja Andalucía no están benigno, como de todos es sabido, y ha creado y sigue creando graves problemas a nuestra agricultura; en segundo lugar que las tierras no tienen tan buenas condiciones y no es tan fácil transformar aquellos terrenos pantanosos, sobre todo por la salinidad del suelo; y en tercer lugar que sí es cierto el que aquella situación-predominio de la ganadería sobre la agricultura- era una razón de peso, y va a dar motivos a una serie de conflictos y pleitos que, comenzando en el siglo XIII, se arrastrarán hasta bien entrado el siglo XX.
[8] Por Decreto de 17 de mayo de 1870, "autorizando a D. Sebastián Bergomier, D. Ildefonso Selaya y D. Ángel Calderón para ejecutar las obras de desecación y saneamiento de las marismas de Lebrija", Gaceta, 19-5-1870.
[9] Ley de aguas de 3 agosto de 1866. En la cita parece haber una contradicción con lo expuesto en la nota 11, pues ahora la Empresa carece de numerario (lo que quiere decir que es costosa), uniéndose a ello la oposición de ganaderos y Ayuntamiento.
[10] "La Ilustración Española y Americana". Nº II. pág. 35.
[11] ¿Por qué ese ensañamiento? ¿Era gratuito o producto de innumerables desengaños por parte del pueblo andaluz ante todos aquellos extraños que aparecen ofreciendo el "maná" para estas tierras y sus habitantes?
[12] Ya, de principio, viene recomendado: ¿Creía en realidad en ese desprendimiento capitalista?
[13] Drain, M. (1977): Les campagnes de la province de Seville. Espace agricole et societé rurale. Univ. de París V (th. doct. d`Etat), Lille (atel reprod. th.). Dos tomos: I: 1-453; II: 453-748.
[14] Grande Covián, R. (1956): Suelos salinos...op. cit. pág. 76.
[15] Es lo que motiva el artículo enviado por Juan Ramón Vidal a la Gaceta Agrícola del Mº de Fomento: "Marismas de Lebrija"
[16] "Sistemas de riego del Bajo Guadalquivir". Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Sevilla, 1975, s.p.
[17] Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes Nº 320 y 325, 19 y 24 de diciembre de 1870.
[18] Ley de 24 de julio de 1918. Gaceta de 27 de julio de 1918.
[19] Grande Covián, R.: El estuario del Guadalquivir, op. cit. pág. 133 y ss.
[20] Real Decreto-Ley de 22 de setiembre de 1927, Gaceta, 25-9-1927.24. Por Decreto de 25 de noviembre de 1940. BOE, 10-12-1940.
[21] “Informe sobre la primera orientación de los problemas sociales de la provincia de Sevilla”; Avance del estudio de la resolución del problema social del término municipal de Los Palacios”; Informe preliminar sobre el término de Lebrija”. AML.
[22] Grande Covián: El estuario de Guadalquivir. op. cit. p.23.
[23] Por decreto de 25 de febrero de 1955. BOE, 14-3-1955.
[24] Bahr, W.: "Las marismas del Guadalquivir y el delta del Ebro. Dos sectores arroceros españoles".Est.Geográficos, XXXIV, 1973, pág. 385 y ss.
[25] Al llegar a este punto me van a permitir una pequeña licencia imaginativa o especulativa: ¿No se podría hablar de una "reforma agraria" en plena posguerra? De todas formas, creo que el tema ofrece material suficiente para otro artículo.

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