REFLEXIONES
REFLEXIONES
De vez en cuando me paro, reflexiono
e intento hacer balance de mi vida en todos los aspectos: personal, familiar,
social, político,… con el fin de ver si mi actitud ante la vida va cambiando a
medida que van pasando los años y en qué medida, o, si por el contrario, sigo
estancado.
En estas líneas me voy a detener,
fundamentalmente, en el aspecto político, ya que los acontecimientos que se
están produciendo en España, y, últimamente en Andalucía, así lo requiere. Ello
me ha llevado a plantearme, entre otras cosas, si el paso de los años y las
vivencias por las que he ido pasando, han cambiado sustancialmente mi forma de
ser, de pensar, de sentir, de mi positividad o negatividad ante los hechos, mi compromiso ante la sociedad
nacida allá en mi adolescencia y juventud, mi sociabilidad, o sea mi capacidad
para poder dialogar y ser capaz de ponerme o de poner de acuerdo a todo el
mundo, lo que requiere de gratitud, generosidad, empatía.
Y miren por donde, la visión durante
estos días de las dos partes de la película “Novecento” de Bernardo Bertolucci,
que nos ha ofrecido TVE, estrenada en 1976 –un año después de la muerte de
Franco y uno antes de la celebración de las primeras Elecciones Generales en
nuestro país (15 de junio de 1975), y, por tanto, en pleno comienzo de la Transición , momento
histórico y fundamental para España- y con una duración total de más de 300
minutos, me ha dado pie para ello. La vi en su estreno y me produjo gran
impacto en todos los aspectos: político, social, humano. Ni que decir tiene que
he puesto, en esta segunda visión, todos mis cinco sentidos en ver qué
experimentaba a medida que se iban sucediendo las escenas (al igual que ocurre
cuando se relee un libro después de bastante tiempo de su primera lectura), y creo
poder afirmar, con verdadera satisfacción, que pude sentir las mismas
emociones, sentimientos, rabia –a veces- que me causó cuando apenas pasaba de
los treinta años. En honor a la verdad, debo decir, igualmente, que no me cogió
totalmente de sorpresa, ya que mis inquietudes, mis reacciones ante los hechos
que, como ya he expuesto, se están dando en nuestro país: las desigualdades, en
todos los sentidos, que se están produciendo ante una sociedad desconcertada y
sorprendida ante tales acontecimientos, la actitud y la corrupción de una gran
parte de la clase política, el enorme poder de la partitocracia, la
profesionalización de la política, la falta de consenso, el auge de los
populismos, de los soberanismos y de los nacionalismos, con su afán de fragmentar a la sociedad, de llevarnos de nuevo a hablar de las dos
Españas, de los “buenos” y “los malos”, de
izquierdas y derechas, de ultraizquierda y ultraderecha, de fachas y de nazis, o
sea algo que debería ser ya algo antiguo, propio del lenguaje guerracivilista,
que tanto gusta de citar algunos y que debemos olvidar ya de una vez. El
observar todo eso y verlo con los mismos ojos, sentimientos y sensaciones a
como lo experimenté hace ya cuarenta años, me lleva a la conclusión de que mis
principios no han cambiado mucho con el
paso del tiempo. Sé de muchos –algunos grandes amigos y
compañeros en la lucha (ese granito de arena que, al menos yo, intenté poner
para que se produjera el “cambio”)- que, por el contrario, después de lograr escalar
y hacerse un lugar privilegiado en el transcurso de esa lucha, chaquetearon, y
actualmente no son ni la sombra de lo que en su día llegaron a ser,
degradándose de tal forma que han sido
causantes de muchos de los males que nos aquejan. Ello, y en lo que a mí se
refiere, me produjo un gran daño y me crearon tal grado de escepticismo que aún
lo arrastro. ¿Se me puede echar eso en cara? Hay quienes así lo creen. Allá
ellos.
Resumiendo, esta brevísima reflexión
me lleva a considerar, con verdadera satisfacción, que no se han producido en
mí grandes cambios en la forma de ver, sentir y enfocar los grandes problemas
que nos presenta la sociedad actual. No puedo, pues, mas que sentirme dichoso.
"He visto entregada esta tierra a aventureros de la política, a advenedizos que hacen de ella asiento de su cretina vanidad y base de su mezquino interés. Los que hacen de la política una profesión exclusiva y excluyente (como una propiedad) suelen hablar de conflictos entre ideas y realidades. La diferencia entre ellos y nosotros es esta: para ellos, las realidades de un país son los intereses creados; para nosotros, las realidades de un país son los dolores creados por esos intereses." (D. Blas Infante Pérez- Padre de la Patria Andaluza)
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