CANGREJO ROJO


Hace ya bastantes años escribí lo siguiente sobre el “cangrejo rojo” que comparto hoy con vosotros.            

            El cangrejo rojo (Procambarus clarckii)
Con la introducción y la extensión del arroz en las marismas, los cauces públicos que la inundaban fueron en su mayoría desecados o destruidos físicamente, con lo que las posibilidades de pesca quedaron reducidas a la época de riego (seis meses aproximadamente), en que los canales principales y secundarios recibían las aguas desde el Guadalquivir y del Guadiamar. Esto llevó a un enfrentamiento entre los intereses agrícolas y pesqueros, que alcanzaría su punto álgido con la introducción de un nuevo elemento distorsionante en las Marismas del Guadalquivir y sus alrededores: el cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii).
Esto ocurría el 10 de mayo de 1974, cuando el archiduque Andrés Salvador Habsburgo-Lorena introdujo en la finca “Casablanca” de la Isla Mayor –arrendada por el agricultor arrocero y pescador de anguilas Rafael Grau a Dª. Angeles Negrón- 500 kgs. de cangrejos procedentes de Monroe (Louisiana, EEUU). A los veinte días de la introducción se trasladaron 20 kgs. a un antiguo vivero de anguilas, dedicados en aquellos momentos a cangrejos, situado al N. de la Isla Mayor. De estas zonas partiría la expansión, que, en sólo unos meses, alcanzó los arrozales de la vega de La Puebla del Río y toda la zona norte del Brazo de la Torre. En 1976 los pescadores dispersaron por la margen izquierda del Guadalquivir unos 1.000 kgs. y también en otras partes de la Isla Mayor, como en Entremuros, al sur de Villafranco del Guadalquivir, y en la finca  “Las Nuevas”, llegando muy pronto a la “Rocina”, estos dos últimos puntos pertenecientes al Parque Nacional de Doñana. Ese mismo año, Rafael Grau Viel decidió fundar la primera planta depuradora de cangrejos, iniciando de esta manera su explotación comercial. Unas dos décadas más tarde ya se  pescaban en Andalucía más de 3.000 toneladas de esta especie, siendo la mayor productora de España.
Como hemos indicado anteriormente, la zona principal de pesca en la zona sevillana la forman los arrozales y sus canales de riego. Los agricultores permiten el acceso de los pescadores a sus campos bajo la condición de que éstos no dañen las infraestructuras o el cultivo. De todas formas, los primeros momentos fueron de gran tensión entre agricultores y pescadores, para, poco a poco, ir siendo asumido por los primeros, que vieron en ello una válvula de escape, como decíamos más arriba, en el aspecto social, como contrapartida a la pérdida de mano de obra a consecuencia de la mecanización del arrozal.
La pesca es una actividad tradicional en el entorno del bajo Guadalquivir, y de hecho en 1968 unos pescadores de anguilas establecieron la “Agrupación Profesional Sindical de Pescadores del Bajo Guadalquivir y sus Marismas” que extendían su actividad por todo el entorno marismeño. Pero a raíz de  la prohibición de pescar dentro de los límites del Parque Nacional de Doñana y en el Preparque, las zonas de pesca en la provincia de Sevilla han quedado limitadas a los campos de arroz, tanto en la margen derecha como en la izquierda del Guadalquivir.  La forma de pesca más utilizada es la colocación de nasas en los campos de arroz y los canales colindantes, sin cebo alguno.  Después de su captura, los cangrejos son metidos en sacos de aproximadamente 35 kg. y ofrecidos a las empresas comercializadoras para su venta, pudiendo recoger un pescador profesional hasta 800 o 1.000 kg. al día. Durante la primavera, cuando las capturas en la provincia de Sevilla son bajas, estos profesionales se desplazan a Portugal o Extremadura, donde el cangrejo se deja pescar por esas fechas.
El sector distingue dos temporadas: la temporada de primavera, que empieza en marzo y termina en julio, en la que el cangrejo procede mayoritariamente de los pantanos y ríos de Extremadura y Portugal, su tamaño suele ser más grande, su oferta limitada y, por tanto, su precio más alto. Este cangrejo, por su gran tamaño, tiene buena aceptación en los mercados, sobre todo en Escandinavia. La segunda coincide con el  verano -que empieza en agosto y termina en noviembre-; el cangrejo procede mayoritariamente de los arrozales sevillanos, es de tamaño más pequeño, su oferta masiva y, por tanto, de precio inferior.
Las incidencias climatológicas, como la temperatura, pero sobre todo las precipitaciones, pueden, de forma muy significativa, influir en la fecha de comienzo de la temporada, su duración y el nivel de capturas. El clima no solamente influye en el volumen de las capturas sino también en la calidad del cangrejo, su limpieza y contenido de carne.
En otro orden de cosas, hay que decir que si la introducción del citado crustáceo supuso, en un principio, el origen de una importante riqueza que proporcionó la creación de un apreciable número de puestos de trabajo,  por otra parte, su multiplicación indiscriminada, trajo como consecuencia, una influencia perjudicial a otras actividades marismeñas, y, especialmente, de forma inmediata, en la infraestructura de las tierras dedicadas al arroz; daños que siguen ocasionando y que se estiman en unas pérdidas económicas de unas 10.000 pts./año/ha.
Los años setenta y ochenta supusieron la época dorada de la pesca del cangrejo rojo, pues a causa de su extraordinaria expansión y de su importante papel como fuente de ingresos en una comarca con un alto índice de paro, empezaron a crearse en toda la marisma, a partir de 1978, numerosas astacifactorías, verdaderas industrias de recogida y depuración de cangrejos, que aliviaron en gran manera la situación socioeconómica de la zona. Así, en 1984 había 11 astacifactorías en Sevilla, que, a un 39% de su capacidad de producción, comercializaron 898 Tm. de cangrejo rojo por un valor de 229 millones de pesetas, aunque por aquel entonces existía una falta de organización y ordenamiento del sector, con capturas muy irregulares y estacionales, existiendo un exceso enorme en algunos meses, lo que provocaba la caída de los precios.
Ante tal situación, muchos pescadores de cangrejos se unieron en cooperativas y crearon sus propias astacifactorías, aumentando los beneficios de la pesca con su comercialización directa por toda España, llegando desde Ciudad Real hasta Vizcaya y Álava, alcanzando a Madrid  y a todas las ciudades del centro peninsular -siendo bastante apetecido en Navarra-, llegando por el Este hasta Barcelona y Valencia. Fuera de España, países consumidores son Francia, Holanda, Bélgica, Italia, Inglaterra..., realizándose su transporte principalmente por carretera, y a los lugares más alejados en avión, teniendo que llegar vivo a su destino por su rápida descomposición.
En 1987, el momento de máximo auge, se censaron hasta un total de 527 pescadores; pero aparte de éstos se estima que habría  de 200 a 300 personas más involucradas en las actividades de pesca a título individual, desde agosto hasta octubre.
Actualmente, según los datos recogidas por encuesta entre los pescadores (Consejería de Agricultura y Pesca, 2001), se emplean en el sector unos 170 pescadores en la provincia de Sevilla, con más o menos dedicación; pero, en realidad, el número de pescadores es más alto, ya que por cada pescador censado hay normalmente algún miembro de su familia que pesca con él, sobre todo durante los meses de verano. Los pescadores, casi en su totalidad, trabajan en exclusiva para una empresa comercializadora, de la que suelen cambiar de un año a otro. El pescador profesional no solamente se dedica al cangrejo de río, sino que también capturan camarón, angula y anguila, e incluso en los meses en que no hay pesca se pueden dedicar a labores del campo.
Como consecuencia de los años de sequía vino su caída, y, con ello, la disminución de su pesca y el mejoramiento de las relaciones entre arroceros y pescadores, que pasan actualmente por una “entente cordiale”.
En el aspecto medioambiental, el cangrejo rojo ha supuesto una modificación de la cadena trófica mediante la incorporación de un nuevo eslabón, que ha originado un importante aumento de la biomasa económicamente aprovechable.
Digamos para finalizar el apartado, que si nos hemos detenido quizás en exceso en el “cangrejo rojo” marismeño, es por una doble razón: primero, porque es uno de los pocos sectores que trabajan un producto que apenas se consumen en la propia región, lo cual posiblemente sea una de las razones del desconocimiento existente del referido sector; y, en segundo lugar, porque su incidencia en el mercado de trabajo  y en sus ingresos no es nada despreciable en una región tan deprimida:  emplea directamente o indirectamente a 700 personas, genera unas divisas estimadas en 5,4 millones de euros (898 millones de ptas.) y su producción supone el 4,1% del total mundial y el 100% de la Unión Europea.

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